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En medio de escenarios bélicos, no hay que perder las palabras que importan

Por Emanuella Borzacchiello

Fotografía de Ernesto Ryan (detalle).
Fotografía de Ernesto Ryan (detalle).

Discurso por la entrega del premio “Laura Ballestero Sotelo” 2025 por la paz y los derechos humanos



Academia e Alta Escuela por la Construcción de Paz

Cátedra "Nelson Mandela" de Derechos Humanos de la UNAM

Instituto Italiano de Cultura de la Ciudad de México


Cuando Raffaella Schiavon y Paolo Pagliai me llamaron por avisarme de este premio, mi primera reacción fue de agradecimiento, pero también de incomodidad, porque tengo la gran suerte en la vida de poder caminar con amigas y maestras que trabajan con compromiso y rigor desde diferentes frentes - la educación pública, el periodismo, el activismo feminista – y que me enseñan cada día por qué importa seguir luchando juntas, respetando nuestras diferencias. Por lo tanto, cada reconocimiento para mí es un reconocimiento compartido con cada una de ellas.


Después pensé en la pregunta más simple: ¿para qué sirven los premios? ¿Para qué sirve los premios cuando operamos en medio de escenarios bélicos?


Escenarios bélicos como el de Celaya, Guanajuato, donde estuve al final del año pasado en un taller con mujeres buscadoras, y donde fue imposible acceder a la ciudad a través de su entrada principal porque había retenes de militares por todos lados. Hoy Celaya es una ciudad transformada en una fortaleza.


Escenarios bélicos como la Ciudad de México, donde - apena la semana pasada - las mujeres que buscan sus querides desaparecides en el Ajusco estaban ocupando una calle entera para pedir condiciones mínimas de seguridad que les permitiera seguir en su búsqueda.

 

Quizá, en medio de escenarios bélicos, cuando a nivel global estamos asistiendo a una repatriarcalización de diferentes formas de poder, los premios sirven para no perder las palabras que importan y fortalecerlas en un sentido político feminista.


Las palabras clave de este premio son derecho y paz.


Derecho. En México, desde las praxis feministas, relacionamos derecho con la posibilidad de tener derecho a una vida libre y sin violencia. La ley mexicana contra las violencias hacia las mujeres y los cuerpos feminizados fue escrita “fuera de la ley”. Entre el 2000 y 2004 un grupo de antropólogas, comunicólogas, geógrafas, abogas y activistas feministas empezaron a pensar en una ley que subvirtiera la narrativa del derecho patriarcal y lograse poner en el centro palabras como las del derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Mujeres que salen de la ley para volver a ella, creando un cortocircuito en uno de los lenguajes más duro: el del código penal. Así que hoy, las que operamos bajo varias formas, y en diferentes lugares dentro del ámbito de los derechos, podemos seguir subvirtiendo radicalmente ámbitos donde nuestros cuerpos necesitan otro tipo de derecho... Seguramente antirracista, anticlasista y antifascista.


Paz. Al pensar en la palabra paz me fue mucho más difícil encontrar un punto de referencia territorial. Después pensé en la historia de una partesana que amo mucho: su nombre de batalla fue Lia, Gina Galeotti Bianchi. Asesinada en Milán por los fascistas, un día antes del 25 de abril del 1945, día de la Liberación de Italia del nazifascismo, Lia fue una de las figuras más importantes del Grupo de Defensa de las Mujeres, y tenía ocho meses de embarazo cuando fue asesinada.


Siempre me pregunté por qué lo había hecho. ¿Por qué Lia siguió luchando en la Resistencia estando embarazada y sabiendo que podían matarla? Lo hizo por la paz, pero no por una paz cualquiera, sino una paz que implicaba la trasformación radical de la sociedad en términos de equidad y justicia social.


En tiempos de guerra hay que retomar el sentido de palabras como paz y derecho. Así que: mil gracias por dedicar un premio al esfuerzo que de forma colectiva hacemos por fortalecer, rescatar y cuidar el sentido político de las palabras que importan.


Emanuella Borzacchiello es una acompañante fundamental en las luchas por los derechos de las mujeres en México. Es autora del libro ¡rExistimos! El feminicidio y la telaraña de poderes (2024), que traza con sensibilidad y rigor una genealogía de la categoría de feminicidio a partir de las experiencias de las madres buscadoras y colectivos de búsqueda en Ciudad Juárez.





 
 
 

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