Del mar, la espera y las mujeres: Penélope, Madame Butterfly y el Carnaval de Berlin
- Rafael Mondragon
- 25 jun
- 3 Min. de lectura
Por Mariana Masera
Un bel dì, vedremo
levarsi un fil di fumo
sull'estremo confin del mare.
E poi la nave appare
Poi la nave bianca.
Entra nel porto, romba il suo saluto.
Vedi? È venuto!
Madame Butterfly
Las nubes de Berlín se arremolinan en tormentas. El aire se vuelve húmedo y más transparente, la luz diáfana, un poco oblicua y fulgente, que ilumina el espacio y deja un no sé qué de cálida nostalgia, de alguien, de algo, como si fuera una envolvente caricia o un abrazo de tanta intrascendencia o como el gesto más leve de los amores más profundos, el bullicio de la lluvia entre las hojas que deslumbran en esta nueva tarde. La tierra toda celebra las gotas de lluvia.
Mira una mujer al horizonte en una ciudad que atardece. Las calles se han transformado en improvisados ríos de gente entre sonrisas y cantos que se rebelan contra la pesantez de los extensos edificios que las rodean. Y la mujer se entretiene en hilar los momentos con una cámara, como si el tiempo tuviera un sentido y una dirección: ese rostro, el beso, los borrachos, los coloridos andinos en Karl-Marx-Allee, la locura, el abandono. La eterna vigilancia de una antena destellante, como algún faro abandonado en los puertos antiguos. Nada dice, observa. Silenciosa. Como aquella mujer en Ítaca quizás, quien, en alguna tarde de lluvia, miraba a los hombres celebrando mientras se abrían los perfumes húmedos del jardín. Sus dedos hábiles anudaban los instantes, como apresando el tiempo en la brevedad de la tela y la muerte, un hilo y otro. Nada dice, observa, como los pétreos acantilados, el horizonte marino, en espera del que viene.
Dos mujeres nada dicen, observan y tejen en el intersticio de tiempo que las separa, en los mismos bordes del ser que juega su propio devenir, en esta estrecha relación de lo que fuimos y lo que somos, entre las llanuras de aguas, sólidas y ondeantes. Bajo las raíces se hunden los hilos del cáñamo y los minerales que las unen en un solo devenir. Sus miradas, como las tardes, se fugan hacia otro tiempo, el de la esperanza.
Mientras las nubes grisáceas de Berlín se ciernen sobre la tarde, desordenadas como el vocerío de un carnaval sobre el rio de duro asfalto, una colorida peregrinación avanza hacia un sol encendido, hacia la antena de Alexanderplatz, que, como un faro improvisado, los guía hacia el ojo de la tormenta. La gente camina satisfecha en un intersticio entre la violencia y la vida, como si anudara con sus pasos coloridas telas a manera de amuleto contra la muerte. Una mujer mira a través del lente.
Berlin, 21 de junio de 2025.
Mariana Masera ha desarrollado una extraordinaria carrera como investigadora y creadora de espacios universitarios. Sus libros y proyectos colectivos, herederos de la preocupación política y filológica de Margit Frenk, han abierto vías inéditas para la comprensión de la lírica popular, la literatura tradicional y los impresos populares. Mariana también viene de una familia de militantes que resistieron a la violencia de Estado en Argentina, y por ello es una decidida luchadora a favor de la verdad, la memoria y la justicia.
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